Gime el universo, la agresión
humana,
el mar agonizante responde
con ira,
el cielo se esfuma,
los planetas huyen buscando
cordura.
Inocentes víctimas son
exterminadas,
atacan sus crías, destruyen su
entorno,
el azul océano se cubre de un color de luto,
huye el equilibrio, las horas se
escurren,
se acerca el ocaso, la muerte
gana la partida.
Somos exiliados por nuestra
osadía,
el Dios de los Mares no soporta :
¡Tanta hipocresía!
Duele la partida, terror en los
ojos, nos devuelve el viaje,
lejos de la casa que nos cobijaba
generosa un día,
solo son lamentos reprochando
toda la incoherencia,
que desata el hombre sin tener
conciencia ni sabiduría.
Se siente un gemido, clamor
suspendido,
e interroga el alma, que late
escondida:
¿Queda una esperanza para
nuestras vidas?
Violeta Cerceau
Argentina
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