arena contaminada
invisible plegaria
de habitantes
anónimos
solemne el grito
de las gaviotas
muerde,
repiten
propagan
bajo el silencio
eterno
que cubre la noche
que cubre al planeta;
manos implacables
teñidas de negro
abrazan al océano
desnudo
de tonalidades cristalinas.
La muerte acecha
por estos
mares,
al caminar
me encontré con cuerpos
frágiles,
cormoranes,
pelicanos
peces plateados
recostados
muriendo
en reposo
en el cementerio azul petróleo.
Nadie detuvo
la mano del hombre
nadie detuvo el progreso;
cavó hondo
en la blanca espuma
que con un grito
desesperado
infinito
maldijo los barcos con oro negro.
Jacqueline Troncoso Fierro
Chile
Chile
No hay comentarios:
Publicar un comentario